Suele ser una queja habitual de los clientes de entidades de crédito el coste que les supone las tarjetas de crédito o de débito. En el caso de los particulares se refieren al coste de mantenimiento de la tarjeta o las comisiones por retirar dinero de determinados cajeros automáticos. Por parte de los comercios, las quejas suelen referirse a las comisiones que cobra el banco por cada pago realizado con tarjeta.
Todos esos gastos están relacionados con el coste de la prestación de servicio. La razón por la que los clientes protestan es porque la alternativa del uso de efectivo no está gravada. A ningún comercio le hacen pagar por depositar el dinero de sus ventas en el banco y a ningún particular le cobran por retirar efectivo en la sucursal, a pesar de que ambas actuaciones tienen unos costes y además superiores al uso de medios electrónicos.
Veremos cuanto tardan las entidades bancarias en trasladar el coste del uso de efectivo a los clientes, como están haciendo las compañías aéreas. Pero hasta que eso ocurra, el uso del dinero electrónico es tan atractivo que se está imponiendo a pesar de ser más caro para los usuarios cuando es más barato para los bancos. Un negocio redondo.
Todos esos gastos están relacionados con el coste de la prestación de servicio. La razón por la que los clientes protestan es porque la alternativa del uso de efectivo no está gravada. A ningún comercio le hacen pagar por depositar el dinero de sus ventas en el banco y a ningún particular le cobran por retirar efectivo en la sucursal, a pesar de que ambas actuaciones tienen unos costes y además superiores al uso de medios electrónicos.
Veremos cuanto tardan las entidades bancarias en trasladar el coste del uso de efectivo a los clientes, como están haciendo las compañías aéreas. Pero hasta que eso ocurra, el uso del dinero electrónico es tan atractivo que se está imponiendo a pesar de ser más caro para los usuarios cuando es más barato para los bancos. Un negocio redondo.
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