Introducir un producto nuevo en el mercado a competir con otros análogos es una tarea ardua. Si se saca al mismo precio o más caro, los clientes preferirán las marcas establecidas al ser ya conocidas. Si se marca un precio más barato, los clientes pueden identificar el producto con una baja calidad. Esa preferencia por lo caro como sinónimo de lo bueno no es sólo una idea generalizada sino que ha sido objeto de un experimento científico. En la Universidad de Standord descubrieron que al hacer una compra cara obtienes genuino placer, incluso aunque lo comprado no valga su precio.
El diseño del experimento consistió en someter a los sujetos, a scaners cerebrales mientras se les daban diversos vasos de vino, con precios asignados al azar. El hecho es que todos los vinos eran el mismo, pero los resultados indican que los sujetos activaban más los centros de placer al beber el vino que se les indicaba que era más caro.
En el blog Entre cafés encontramos las conclusiones del estudio:
Nuestros resultados muestran que incrementar el precio del vino, incrementa los informes subjetivos del placer ante el sabor, así como la actividad mental dependiente de oxigeno en el cortex frontal, una zona que se piensa que por lo general está relacionada con el placer durante las experiencias. Esto provee de evidencias acerca de la capacidad del marketing para crear correlaciones neuronales entre experiencias de placer y mecanismos que los provocan.
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